Rueda Sagrada del Año

En los tiempos primitivos, la naturaleza abrumaba a los antiguos pobladores de las cavernas con lo que empezaron a divinizarlos, creando la magia animista, colocando a cada fuerza natural el nombre de un dios o diosa. Con el tiempo, viendo que eran más importantes los dioses que se encargaban de alimentarlos, pues la madre tierra y el dios de la caza ocuparon el protagonismo. Así el Dios representaba al Sol, a los frutos, al viento, al final del otoño, al invierno, a la cosecha, la caza, la muerte, los tallos, los troncos, el elemento fuego, el elemento aire, en definitiva, a lo masculino: al Cielo, al Padre Divino. La Diosa representaba la Luna, la vida, la fertilidad de la tribu y de los animales, la familia, los ancestros, la primavera, el cultivo, las raíces, las hojas, el elemento agua, el elemento tierra, lo femenino: la Madre Tierra, la Madre Divina.
Nos faltaría el quinto elemento que lo encierra todo: El éter.

En antiguas culturas aborígenes del norte de África, como los bereber, y en posterioridad los canariis, el Sol era Femenino (Magec) y la Luna masculino (Achuguayo). Achamán era el dios del cielo, el dios supremo y Chaxiraxi, la diosa madre.

Con el tiempo, adquirieron conocimientos acerca del movimiento de las estrellas, de la Luna, del Sol, de la repetición de ciclos en un periodo de tiempo, el comportamiento de la naturaleza, de los animales, de la crecida de los ríos, de la pesca, pudieron pronosticar y establecer unos calendarios para preveer el mejor tiempo para la siembra, la reproducción de los animales, la recogida de la cosecha, o para resguardarse del duro invierno y guardar alimentos de reserva. Así nació la Rueda Sagrada del Año.

Las ruedas sagradas fueron utilizadas por los indios americanos, los celtas, los tibetanos y más recientemente los wiccanos.  Su función es honrar las energías de la Tierra en cada estación de año. Muchos sacerdotes, sacerdotisas, chamanes, sanadores utilizan estas energías de la rueda del año para equilibrar y armonizar la relación entre la humanidad y la Madre Tierra.

La Rueda Sagrada del Año consiste en unas ceremonias espirituales basadas en los cambios que experimenta la Naturaleza debido al paso de las estaciones.  Estos 8 festivales solares vienen marcados por la relación entre el Sol y la Tierra y cada uno de ellos tiene asociado uno de los 8 puntos cardinales.
Según esta Rueda Sagrada las cuatro principales direcciones: Norte, Sur, Este y Oeste, se corresponden con los dos solsticios y los dos equinoccios así como con los cuatro elementos: el Norte pertenece al solsticio de invierno y recibe las cualidades del elemento tierra; en el Este se sitúa el equinoccio de primavera al cual se le asigna el elemento aire; el Sur representa el solsticio de verano y su elemento es el fuego y por último el Oeste es el equinoccio de otoño y se le atribuye el elemento agua.
Los otros cuatro festivales se sitúan en el intermedio de cada estación y tienen un periodo de unas siete semanas hasta el próximo cambio de estación.  Estos festivales son llamados por los antiguos paganos como: Imbolc, Beltane, Lammas y Samhain, cuatro festivales de fuego en que el Dios y la Diosa son honrados en el pasado y que se siguen celebrando actualmente.

En la religión Wicca y otras religiones antiguas, los procesos naturales son vistos como un ciclo continuo. El
paso del tiempo es también visto como cíclico y es representado por una rueda o un círculo. La evolución de nacimiento, vida, declinación y muerte, como se experimenta en la vida humana, se repite en la progresión de las estaciones. Lo que es arriba, es abajo. Los wiccanos usan la vida, muerte y renacimiento del Dios y la fertilidad de la Diosa para explicar la evolución de las estaciones y la Rueda Sagrada del Año.

Una historia de amor que se repite cada año entre el Cielo y la Tierra:

Vamos a comenzar recorriendo el año el 1 de noviembre, es el primer día del año celta, y de otras culturas
orientales. Es el día de los Difuntos, de la muerte del Dios (Sol). En este día el Sol termina de apagarse en el hemisferio norte, la noche ha ocupado gran parte de los minutos robando espacio a las horas del día. En este día el velo que separa los vivos de los muertos, se hace más fino, permitiendo la comunicación entre los mundos. Es un día de apertura del portal de entre-mundos, que podría representar a la Escalera de Jacob, puesto que los ángeles bajan a recoger almas o a dejarlas para próximas concepciones, por eso es un buen momento para elevar consciencia y honrar a nuestros muertos. Es un tiempo para encender velas por toda la casa, para alejar a los espíritus involucionados, dejar entrar a los que viven en la luz divina e iluminar a aquellos que están en el camino de regreso al Hogar. Desde el 31 de octubre por la noche se encienden antorchas, con la calabaza evocando el interior de una calavera para espantar a los desencarnados. El Dios ha muerto, y la Diosa (Tierra) queda desolada, helada y sola. Se cubre con un espesor manto frío donde no hay vida, no se puede cultivar, ni crecer ni fertilizar, aumenta las lluvias fruto de los llantos por su amado, hijo y consorte. Pero en su vientre (cueva del portal de Belén) lleva consigo la semilla que el Dios le dejo en su encuentro sagrado en el mes del amor. Es época de alimentarse de las reservas de las cosechas del año, de la cacería, de frutas desecadas, frutos secos, tubérculos, etc. Este es un periodo de introspección, de recogimiento, de interiorización. Reconocer nuestra oscuridad, nuestras sombras para tomar conciencia de ellas, así liberar y sanar. Debemos empezar el año despojándonos de lo que nos pesa, de lo que no nos sirve para aligerar la carga.
La noche reina por completo hasta el nacimiento del Dios en Yule (21 de diciembre) o el Solsticio de Invierno, la Diosa (Madre Tierra) pare al Dios Sol (25 de diciembre, el nacimiento del hijo de Dios). A
partir de este día el niño Sol irá creciendo cada día ocupando más minutos de día acortándose el tiempo de la noche hasta llegar a febrero, con la celebración de Imbolc (1 de febrero- 2/2 Día de la Candelaria) con la llegada del calorcito las heladas van dejando paso a una pre-primavera, la Diosa vuelve a ser doncella Virgen, es su despertar con el calor del fuego del Joven Sol, por ser la chispa de la vida entre el crudo invierno, ella porta la varita de poder con la que hace florecer en los bosques las pequeñas campanillas blancas entre la nieve. También es una época en que nacen los primeros corderos de primavera y empieza a abundar la leche de oveja, esto en una señal de renacimiento dentro del invierno.
En el Equinoccio de Primavera se celebra Ostara (21 de marzo), un periodo de abundancia, riqueza, portadora de Luz, de calor y vida a nuestro planeta. En su estación el día y la noche tienen la misma duración, luz y oscuridad están en perfecto equilibrio, a medida que la primavera va avanzando los días se van convirtiendo en más luminosos y cálidos. Es el momento del año en que empieza la vida, brotan las plantas, florecen las flores y  los animales despiertan de sus letargos. Todos los seres vivos, incluidos los humanos, responden a la llamada de la primavera y empiezan a activarse sexualmente.  El verdor de los campos, los árboles y el colorido de las flores son el manto de la Diosa, cuyos colores principales son el verde y el dorado. El festival de Ostara es caracterizado como la reunión de la Diosa con su consorte, amante e hijo, quien pasó los meses del invierno en la muerte. Otras variaciones incluyen al Dios joven ganando fuerzas después de su nacimiento en Yule y la Diosa retornando a su aspecto de doncella. La Diosa revive, se enamora y hace crecer todo a su paso, plagando de alegría, color, aromas todo el hemisferio norte, las crías de las manadas crecen fuertes, independizándose de sus madres. Todo se
llena de amor, felicidad y pasión. (En esta época coincidiría con la Semana Santa y el domingo de Ramos)
Al llegar el 30 de abril-1 de mayo, se celebra Beltane, el Dios Sol copula con la Diosa Tierra, uniéndose el Cielo y la Tierra de nuevo, aquí le deja la semilla que volverá a renacer en Yule (21 de de diciembre). Es el mes de la pasión, del fuego, de la iluminación. La Diosa doncella pasa a ser Madre y Mujer Madura, el Dios crece en esplendor llegando en su máxima culminación el 21 de junio, el día más largo del año, el Sol está en su plenitud. Es el solsticio de verano (Litha) donde se marca el inicio del verano, pero también el inicio del acortamiento de las noches. En esta fiesta era tradición encender grandes hogueras, para alargar aun más el día más largo del año. Era normal encenderlas en las playas, y saltar por encima de ellas para luego saltar nuevamente al mar, a modo de purificación. Aquí se abre otro portal interdimensional, es un periodo de tres días, como el día de los difuntos (1, 2 y 3 de noviembre el portal queda abierto), aquí sería 21-22 y 23 de junio, por eso la sincretización con la noche de San Juan.

El Sol nos recarga de energía, nos alimenta todos nuestros cuerpos, nuestro espíritu se une al Gran Espíritu,
nos reporta claridad, alegría, vida y luz a nuestras células. Las cosechas van dando sus frutos, las espigas del trigo siguen creciendo queriendo alcanzar al Sol, llega la recogida de la primera cosecha, el 1 de agosto, la celebración de Lughnasadh (o Lammas), los campos están pardos, preparados para ser sesgados y recogidos, el olor a pan es característico de este festejo de la primera cosecha. A partir de aquí el Dios empieza a madurar, la Diosa también va pasando de Mujer Madura a Anciana Sabia, se empieza a guardar, se agradece al Dios por la cosecha, por las bendiciones y por los frutos maduros. Agradecemos lo bueno y lo no tan bueno recibido en este periodo, es nuestra cosecha personal también, es el tiempo de ocio para recargarnos las pilas, reflexionar con la mirada puesta a los nuevos objetivos. Al llegar al 21 de septiembre, el día se vuelve a igualar a la noche, el Dios envejece, los árboles se despojan de sus hojas caducas, así como nosotros debemos hacer balance y desprendernos de lo que no nos sirve para seguir el camino. Ha llegado el Otoño o Mabon, última festividad celta, donde indicaba el momento de la última cosecha de los campos, las últimas recolecciones antes del inicio del frio. Algunos frutos se desecan, se hacen mermeladas, encurtidos, vinagretas para guardar para el invierno. La noche va adquiriendo territorio y horas del día, acabando con la muerte del Dios en Samhain (31 de octubre-1 de noviembre) Con la última recogida de tubérculos, legumbres y hortalizas, como la calabaza y las castañas, se celebra la noche de los Difuntos, o el fin de año celta. El Dios muere y la Diosa se retira al mundo de Hades con su semilla en su vientre, y vuelta a empezar la Rueda del año, donde todo lo que siembras se recoge. Donde todo nace, se desarrolla, muere y renace.

Sirene Ram
Formadora esotérica
Terapeuta energética
Simpatizante de la cultura wicca y de la Señora de Avalon.

Samhain, día de los finaos o de los difuntos

Y llegó el 31 de octubre una vez más, la noche más oscura del año, no solo porque los días se están acortando para dejar más horas de nocturnidad a la noche, sino porque es un día de celebración de nuestros muertos. Todas las culturas veneran o celebran este acontecimiento, que no es otro que acordarse de nuestros antepasados, de honrar a los ancestros, colocando flores en los cementerios, reuniéndose con la familia para contar las historias por los más ancianos del linaje, que aún con vida, comparten las anécdotas del árbol genealógico. Se les recuerda, se les admira, se les encienden velas para que puedan encontrar el camino de regreso a "Casa". Incluso en algunos lugares se les celebra con la "cena muda" que consiste en colocar un plato con la comida preferida del difunto, si le gustaba también su puro o una copa de coñac, en su caso. Se les invita a la mesa, dejando su silla vacía para que la "ocupe". Aquí en Canarias, de donde soy oriunda se asan castañas, se hacen tortas de calabaza y se toma licor de anís o vino dulce. La muerte es un tema que nos atrae pero que nos da pavor, no la tomamos con naturalidad, sabiendo que a todos nos va a tocar, y que la vida está intrínsecamente unida a la muerte y viceversa. Si el gusano no muere, no puede nacer de la crisálida ataúdica la mariposa. Si la fruta no cae y se pudre, la semilla no puede alcanzar la tierra, para poder enterrarse y brotar. Los humanos vamos evolucionando con la raza, con los nuevos nacimientos, con nuevas oportunidades de crecer en nuevas vidas. Sólo cuando hoy plantas un árbol, lo haces sin esperar que algún día puedas sentarte bajo su sombra, lo haces para que otro se siente en el futuro. Ese es el sentido de la vida y el desapego a ella, siendo valientes a dejar que nuevas generaciones dejen paso a una re-evolución de la humanidad.

La naturaleza también muere cada año. Más bien se duerme profundamente al acercarnos al Samhain, que es así como los llaman en el neopaganismo o la religión wicca o las enseñanzas de la Diosa, en la isla etérica de Avalon, cumpliendo uno de los 8 ciclos que tiene el año. El Samhain es la noche del 31 de octubre, fin de año celta, la energía de la Madre Tierra se va recogiendo de las ramas de los árboles para concentrarse en las raíces, en su vientre. Por eso, se caen las hojas al secarse las ramas, dejando atrás lo viejo para poder renacer en la primavera con más vitalidad, libertad y fertilidad. Los seres humanos nos hemos desnaturalizado de nuestros ciclos naturales. Aunque no seamos capaces de sentirlo, seguro que llegamos a percibir que es una época de interiorización, de parada estratégica, de volver a conectar con tu "vientre", con tu caldero interior, donde se cocina tus luces y tus sombras, para dejar morir aquello que no te sirve en el siguiente viaje, en el año nuevo. Si no nos paramos a pensar en ello, seguro que sí te has dado cuenta que las circunstancias del "afuera" te obligan a parar. Al crecer los minutos de la noche, conectamos en cada tiempo un poco más con nuestra oscuridad, que nos dará la fuerza necesaria para gestar un nuevo ser, para darle a luz el año que entra.

En Avalon se representan 8 diosas, una por cada estación, por cada celebración. La diosa del Samhain es la anciana, es la diosa de la muerte y el renacimiento, es Morrigan, es Hécate, son las guardianas del inframundo, que se les representa con huesos, cuervos, caldero y tijeras. Pues ellas cortan los hilos de la vida para regresar al calor del Hogar y regresar renovados. La Diosa Madre llora la muerte del Dios, pero la Naturaleza no muere del todo, pues en su vientre está la semilla del Dios que nacerá en el solsticio de invierno, el nacimiento del Rey Sol, del Dios Solar, del hijo del Dios.

En mi tierra, he querido conmemorar esta celebración haciendo un taller de las Harimaguadas de la Naturaleza, empezando con el Samhain, que he querido sincretizar con la celebración de los Finados (coloquialmente se dice "finaos"). Porque me apetece volver a conectar con la Naturaleza y sus ciclos, desde mi Sagrado Femenino, desde nuestra sabiduría ancestral, con esta 8 sacerdotisas aborígenes de las islas canarias, pudiendo representar a cada una con una celebración anual cíclica de nuestra Madre Tierra e invitar a todos y todas las que deseen participar.

Las maguadas eran jóvenes aborígenes que ingresaban en unos "conventos" para ser sacerdotisas desde los 8 a 12 años. Las educadoras de estas maguadas se llamaban Hari-maguadas. Se dedicaban a las enseñanzas de la Diosa, el conocimiento de las plantas, a tejer ropa y calzados con los recursos naturales que tenían en aquellos tiempos prehispánicos. También oraban, invocaban a la lluvia, a Magec, la diosa solar, rendían culto a todo lo sagrado de la Naturaleza. Los difuntos eran enterrados en el centro del poblado pues eran importantes su "presencia" para temas que afectaban a toda la tribu, como guerras, cosechas, comercios, etc. Las sacerdotisas y los faycanes pronosticaban con la leche o sangre animal la traducción del oráculo con ayuda de los "dioses" y sus antepasados. Los aborígenes poseían una cultura rica en momificación y ritos funerarios que hemos
perdido después de la conquista hispánica.

Retomando el tema de los difuntos, aquí les dejo mi regalo del taller de las Harimaguadas de la Naturaleza, dedicado a la diosa de la muerte, a la anciana, a la Harimaguada de los Finaos. Disfruten de la fiesta, honren a sus muertos, recuerden a sus ancestros y envíeles luz a sus seres queridos. Feliz reencuentro!

Sirene Ram

Buscando la salvación en mi árbol genealógico

Siempre termino a la orilla de una playa en mis momentos de crisis, en un acantilado o simplemente donde puedo respirar el mar, donde las olas con su vaivén me acompañen en mis vaivenes internos, en mis marejadas y en mis calmas. El mar es mi bálsamo, mi remanso de paz. Hoy me acerqué al mar, en un momento de crisis interna, al llegar al paseo de Las Canteras, con la calma del atardecer, me di cuenta que no puedo con todo, que es imposible tanta exigencia conmigo misma, no puedo ser tan generosa ni ser tan caritativa, si debo robarme a mí misma. Dice que la caridad comienza por uno mismo. En una situación crítica, es cuando se caen las vendas de la esperanza, descubriendo la nitidez de la realidad. Una realidad que hay que aceptar con todos sus pros y sus contras para poder sanar cada renglón del libro de nuestra vida, escrito hasta ese momento. Cuando te tropiezas con el shock de la realidad, hay que experimentarla desde la neutralidad, pues las emociones están a flor de piel, sin criterio objetivo. Hay que observarla sin el juez que nos controla, que nos vigila, que nos sentencia y nos condena. Ese que debe estar en algún lugar de la mente negativa. Hay que abrazar la realidad desde la atención al presente, desde el aquí y ahora, desde lo que sentimos, observándonos desde la inocencia, como lo haría un ángel de la guarda o como lo haríamos nosotros a un niño que cae para aprender a caminar, con esa media sonrisa.
Aquí frente al mar, en un atardecer de septiembre, me doy cuenta no solo de la profundidad de la frase “he venido a sanar mi árbol” sino la magnitud que esto representa, del alcance de cada palabra. Tomé consciencia que antes de sanar ninguna rama anterior tenía que sanar la mía, la que yo era. Debía identificar qué emociones del presente no resueltas me llevarían al pasado, a la raíz, a la niñez. Recordé cuando sentí por primera vez el abandono, cuando sentí por primera vez el rechazo, cuando sentí por primera vez que mis llantos y mis gritos de socorro se ahogaban en el silencio, sin ninguna respuesta, sin ninguna salvación.
A lo largo de mi vida, tanto en relaciones de pareja como de amistades, las emociones no resueltas brotaban a la mínima confrontación, desde mi código de interpretación acerca del comportamiento del otro que hasta el momento me resultaba válido, lo hacía culpable de mis desdichas. ¡Era la víctima del cuento! Al pasar los años, tomando la decisión de hacer algo con mi ego, empecé a reconocer que las personas que contenían esas relaciones eran mis verdaderos maestros, mostrándose ante mí como un espejo para reflejar hacia afuera, lo que había guardado en años no resueltos, al tomar consciencia de esta práctica, desperté y me dije: ¡¡Ualá!! Pasé del papel de víctima al de sanadora de mi misma. Al papel de mi propia salvadora. era mi responsabilidad.

Retomando el tema del árbol genealógico, aún me quedan muchas emociones confrontadas que darle luz, pero hoy me doy cuenta que la rama repite la genealogía de su árbol, es pura geometría sagrada, lo hace bajo una proporción áurea, con lo que cambiar el patrón es complicado, pero si tomas conciencia de que todo es perfecto, comienzan a obrar los milagros. En el caso de mi familia materna, las féminas son unas acogedoras natas, adoptantes y salvadoras de todo ser perdido en el mundo. Desde animalitos de 4 patas hasta de dos patas, y no me refiero a las aves, sino aquellos que incluso llegan a vociferar algo así como una ira contenida por su falta de amor propio, tal vez niños abandonados o heridos que no fueron sanados. Me erigí desde niña que no quería ser así, siempre critiqué la forma antigua y patriarcal de educar a la mujer, así que me abanderé en una lucha de no permitir, pero como se dice por estas tierras, la sangre “tira”. Estos días atrás, en el comienzo de mi crisis curativa, reflexioné que si algo de los comportamientos de los demás me está removiendo, algo dentro de mí no va bien… había algo “sin arreglar”. 

En la observación sin juicios de los últimos acontecimientos familiares y personales de convivencia, habían ocurrido algunas consecuencias de la ley universal de causa-efecto. Observé que a pesar de toda la entrega, nunca había un equilibrio en el dar-recibir, en el merecer-ofrecer. Que qué poco nos amamos a nosotros mismos, que nos cuesta recibir, merecer, triunfar. Me vi reflejada en un instante: ¡¡Eureka!! ¡¡Practico el mismo modus operandi de lo que había criticado desde la niñez!! Tengo el mismo comportamiento en mi vida, aunque disfrazado con otras sutilezas, a priori, irreconocibles, pero con los mismos roles, aunque distintos escenarios. Me reconocí no solo porque encuentro animales abandonados, que por supuesto, curo, acojo, vacuno, desparasito, los llevo a casa y los “salvo”, sino porque además me di cuenta de mi rol de salvadora en las relaciones, pero yo no había elegido hombres “malos” ni amistades “malas”, sino todo lo contrario, cariñosas y cariñosos, inofensivos todos, “abandonados”, no escuchados, incomprendidos, pobrecitos… entonces otra venda se me cayó delante de mis narices. ¿Qué delito he cometido para sostener a estas personas y expiar sus culpas? ¿Cuándo me cargué yo esta cruz? ¿En qué desierto elegí ser cordero? ¿Qué obediencia le debo a mi árbol genealógico para continuar con esta absurda tradición?

Algunos de mis sueños suelen ser reveladores,  mi subconsciente me manda señales luminosas para que cuando despierte pueda trabajar esto u otra cosa no resuelta, he aprendido a traducirlo o decodificarlo. Los mismos símbolos que aparecen en ellos, están perfectamente descritos en los libros que he comprado y que están en mi biblioteca. ¡Es tan maravillosa la mente humana! En el proceso de averiguar qué era lo que me había llevado a esta nueva crisis curativa, mencionada al principio de este artículo, había tenido un sueño hace unos días, con un antiguo jefe que tuve en mi trabajo de publicidad, el cual me dio una clave. Cuando trabajábamos allí en aquellos tiempos de mi dormidera, vivíamos una servidumbre a cambio de un sueldo y un puesto de trabajo, me recordaba a los latifundios que estudié en clase de historia en el instituto, pues la manipulación, la rivalidad y un extraño síndrome de Estocolmo laboral, eran el pan de cada día, aun me queda en el cuerpo el temblor de su llamada entrante en el móvil. Bien, en mi sueño lo vi bastante mal, en bancarrota, pasando hambre, desmejorado. En el mismo sueño sentí ¡un incomprensible compromiso de ayudarlo! Al despertar me di cuenta de que repetía este rol familiar, aunque no era mío, pues fue adquirido, lo tenía superintegrado. ¿Cómo me saco esto de mi?

Con el tiempo, las lecturas de autoayuda, las conversaciones con mi amiga análoga Leonor, sus experiencias y las mías compartidas de buena gana, con escucha activa, con corazón viéndonos reflejadas, sacamos conclusiones y herramientas nuevas que nos van ayudando a evolucionar, en este caso elegí la escritura y los decretos, en definitiva, el poder de la palabra.

Con lo que hoy al lado del mar declaro que:

-          Renuncio al contrato de abandono, de abandonar y de ser abandonada.
-          Renuncio a la servidumbre, a la esclavitud y a los trabajos forzados.
-          Renuncio a los contratos familiares pasados, no debo obediencia a sus lecciones ni a su misión. Tengo mis propias lecciones, mi propia misión de vida y puedo llevarlas a cabo desde el Amor y la Libertad.
-        Así mismo libero a mi familia de si hubiera alguna culpa por elegir a sus parejas y de lo que han tenido que pasar para que yo esté aquí. Así mismo me libero a mi misma de estas culpas y de todas las que existen. No existe la culpa sino la responsabilidad de nuestros actos, los cuales asumo con inteligencia emocional y madurez.
-          Estoy agradecida de los padres que elegí para encarnar. Han hecho perfectamente su trabajo, ni más ni menos, soy feliz de estar aquí, de su unión, pues sin esta unión yo no podría haber tenido la oportunidad de experimentar el milagro de la vida, ni la de reconocer mi árbol, ni la de conocer a mi hermano, ni la de cumplir el propósito de mi alma, ni la de evolucionar ni la de sanar.
-          Agradezco a todas mis relaciones, de pareja, de amistades, de familiares, de hermandad, de enemistad, de competitividad, de amor puro, de esencias, de almas gemelas, de naturaleza, de mar, de sol, de las montañas, de los amaneceres y las amanecidas, de todos los atardeceres, de todos los seres vivos, de absolutamente todas las relaciones que existen, pues de cada uno contengo un trocito de lo que Yo Soy.

-          Gracias a todas mis experiencias, mis curiosidades, mis búsquedas, mis errores, mis lecciones, que me llevan a mi único camino, conocerme a mi misma para conocer a Dios Madre/Padre en mí, en todos.
-          Renuncio al rol de salvadora, pues cada uno es el Maestro y el Salvador de sí mismo.

Todo lo que hacemos por los demás sin ser solicitado, se podría traducir como lo que nos gustaría que hicieran con nosotros, "damos" para rellenar nuestras carencias afectivas, las cuales somos incapaces de ver en nosotros mismos. A más entrega, más expectativas, pero pasa todo lo contrario de lo que esperamos de los demás, entonces llegan las decepciones y las tristezas. No hay nada fuera que no refleje tu interior. No hay nada dentro que no se refleje en tu entorno. Somos luciérnagas de colores brillantes, llamando la atención, buscando un Salvador.

Les dejo unos videos acerca de EL ÁRBOL GENEALÓGICO Y LOS NIVELES DE CONCIENCIA
Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa, Metagenealogía. Me consta que es uno de los trabajos que más nos acerca a tomar consciencia de nuestro árbol familiar. Recomiendo su lectura y sus entrevistas. 

Equinoccio de otoño en Gran Canaria

Con motivo del próximo equinoccio de otoño, celebraremos el equilibrio de la naturaleza de la polaridad. De lo femenino y masculino, el yin y el yang, la luz y la oscuridad. Todo es perfecto en la Naturaleza, y nosotros, como células vivas de la Gran Madre, vivimos los mismos biorritmos. Empezamos a sentir más ganas de interiorizar, cuando se acerca el invierno, se va alejando las horas de luz, para ir dando paso a más minutos de oscuridad. Es ahi, donde gestamos la semilla, para brotar en la próxima primavera.

¿Que haremos? Meditación guiada, yoga, actividades para el cuerpo, alma y mente, práctica del silencio en una zona mágica del barranco de Teror.

¿Que traer? Comida consciente para compartir, verduras para asar en el horno de leña, postres caseros, tes, jugos, etc... Esterilla, zapato y ropa cómoda, abrigo y/o chubasquero (por si acaso), algo para taparte la cabeza a modo de turbante(seguro que practicaremos algún mantra o kriya), y algo importante.... tu ofrenda a la madre tierra (algo que puedas dejar en el campo y no lo perjudique: una piedra, una gema, un amuleto, alguna semilla, etc) Trae también cintas de raso para escribir deseos (como las que te ponian de niña en las coletas), se los entregaremos a las hadas. Puedes traer cintas de un metro de dos o tres colores. Allí escribiremos los deseos y se lo entregaremos a las hadas. ;)

¿Donde? En la finca Estrella de la Tierra, del hermano Héctor Trinidad Marcet. en la calle El Pedregal, 24. Es una subida que está frente al numero 37 del paseo de Florian. Cuando subes esta cuestita de tierra, no entres por donde la cadena, sino que sigues recto por la izquierda hacia el número 24. Alli te esperamos. 

¿Cuando? El equinoccio es el 21-23 de septiembre. Pero lo celebraremos el domingo 20 de septiembre por comodidad.

¿Precio? 5€

Para más información escribir a sirene.ram@gmail.com

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